martes, 3 de marzo de 2009

JORGE RODRIGUEZ KISSNER: "A Dios lo tenía abandonado, pero ahora sé que existe"

Acostumbrado a los nacimientos, esta vez al obstetra Jorge Rodríguez Kissner, de 47 años, le tocó estar cara a cara con la muerte. Gracias a la ciencia médica, a la donación de un corazón y a su propia voluntad, ganó la batalla.


Ahora, ante esta nueva oportunidad, siente que tiene una misión: predicar que la donación de órganos salva vidas. Y agradecerle a Dios.
Hace dos meses, su caso conmovió al país: padecía una miocarditis viral fulminante y sólo un trasplante de corazón podía salvarlo. Fue operado en el Instituto Favaloro y un rechazo parcial del órgano lo puso ante el peor de los pronósticos.
Pero logró sobreponerse. Ayer, un día después de haber sido dado de alta, en su casa de Berazategui empezó a imaginar qué hará con esta segunda oportunidad.
"Si a uno le pasa lo que me pasó a mí y vuelve es porque tiene una misión. Mi lucha va a ser divulgar el tema del trasplante y la donación de órganos para ayudar a las 5000 personas que hoy esperan uno", dijo este padre de tres hijos, en diálogo telefónico con LA NACION.
Luego de haber pasado semanas en coma, y de sobrevivir a veinte paros cardíacos, un par de shocks cardíacos, dos hemorragias, dos infecciones generalizadas y otras tantas operaciones de pulmón, Rodríguez Kissner recobró la conciencia y descubrió algo de su propia historia que no conocía: que su enfermedad lo había puesto en el primer lugar de la lista de emergencia nacional del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) y que la lucha de sus familiares había desatado una campaña solidaria en todo el país para encontrarle un corazón.
"Sobre la donación de órganos hay muchos mitos que derribar. Faltan información y difusión", opinó el obstetra, que sin embargo confía en que se pueda revertir la desconfianza y la aparente falta de compromiso de la gente sobre esta delicada y vital cuestión: "Yo sé que el pueblo argentino es altruista, porque cada vez que hay una tragedia sale a ayudar con todo lo que tiene", expresó.
"Lo que me pasó a mí me hace pensar que algo así le puede pasar a cualquiera. Yo era una persona absolutamente sana hasta que, de un día para el otro, me dijeron que si no recibía un corazón me moriría en cuestión de días", explicó.
En su juventud, en sus tiempos de estudiante de medicina, Rodríguez Kissner se acercó al Incucai para registrarse como donante de órganos. "Nunca pensé que iba a ser yo el que una vez iba a necesitar uno", sostuvo.
En su caso, la contención resultó ser clave, tanto para él como para su familia. En aquellos días de máxima difusión y repercusión pública del suceso, su hermana confiaba a la prensa que lo escuchaba repetir la frase "quiero vivir" y que rezaba para que eso sucediera. Hoy, en el principio de la etapa domiciliaria de su proceso de rehabilitación, el propio Rodríguez Kissner confiesa: "A Dios lo tenía abandonado, pero ahora estoy seguro de que existe. Mis chicos volvieron a jugar por primera vez en meses. He renacido. Esto es un milagro", concluyó el médico desde su casa.
Sobre la continuidad de su tarea de obstetra, que cumplía en el hospital Evita Pueblo, de Berazategui, dijo: "Voy a seguir con mis consultas mientras el físico me lo permita, pero también voy a trabajar con el Incucai y con la Red Solidaria".
El médico agradece a quienes lo ayudaron a superar los momentos tan duros y difíciles de los últimos meses: "Lo que queda es agradecer a mi familia, a mis amigos, a la gente del Instituto Favaloro, que son excepcionales y superiores a los de muchas clínicas del mundo, y también a René Favaloro, por su visión", expresó el obstetra, en reconocimiento al célebre cardiocirujano creador del centro de excelencia dedicado al trasplante de órganos.
Su último y especial agradecimiento fue para la persona que le donó el corazón. Y a pesar de que, por disposición legal, y a instancias de los especialistas, a los receptores no se les revela la identidad del donante, Rodríguez Kissner envió un mensaje a los familiares de quien al morir posibilitó que se salvara su vida: "Quiero que sepan que el suyo fue un acto altruista y que van a ser bendecidos por Dios". No perder la esperanza
Actualmente, el Incucai tiene más de 5600 pacientes que esperan un órgano para recibirlo en trasplante. Según cifras del organismo, en 2009 hubo sólo 75 donantes reales.
Hoy, el primero en la lista de emergencia nacional es Santiago Rosas, de 5 años, que espera en el hospital Garrahan a que aparezca un hígado que le permita seguir viviendo.
Otro de los pacientes que necesitan urgente una donación para poder vivir es Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, a quien Rodríguez Kissner le recomendó públicamente "que no pierda la esperanza" mientras aguarda un trasplante de corazón y pulmones.
En tanto, el cirujano Roberto Favaloro, presidente de la Fundación donde se realizó la intervención que le salvó la vida a Rodríguez Kissner, confirmó que el obstetra "se encuentra bien"; explicó que el paciente sólo deberá regresar al instituto creado por su tío, el desaparecido René Favaloro, "para realizarse controles como cualquier otro paciente cardíaco".
El doctor Favaloro resaltó que "el 90 por ciento" de los pacientes sometidos a trasplantes de órganos llevan, luego del alta médica, "una vida totalmente independiente".
Ese camino es el que ayer comenzó a recorrer Jorge Rodríguez Kissner, este obstetra y padre que, dos meses después de haber quedado casi al final del túnel, hoy se abraza a la vida y encuentra en este renacer un nuevo objetivo, el de devolver, con su propio compromiso, la esperanza a tantos que, como él, precisan de la solidaridad de otros para salir adelante.

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