Introducción
El empleo del término "parafilias" para reemplazar el concepto de "perversiones" es un hallazgo de la sexología del siglo XX. No se trata meramente de una nueva denominación diagnóstica.
Presupone un enfoque humanístico científico que integra desde los descubrimientos del funcionamiento cerebral, según quiere la neurociencia, hasta las maniobras sistémicas de los terapeutas que tratamos la conducta sexual humana.
Conocer las variantes del erotismo en sus diversas formas de estimulación y su expresión comportamental acrecienta el conocimiento de la sexualidad llamada "normal".
Solemos emplear criterios estadísticos o ideológicos para clasificar las formas del deseo, la excitación y el orgasmo humano. Havelock Ellis, el eminente médico inglés, se refiere a las alternativas o variantes sexuales cuando expresa: "Todo el mundo no es como usted, ni como sus amigos y vecinos. Incluso sus amigos y vecinos puede que no sean tan semejantes a usted como usted supone". Comprender las parafilias implica saber hasta dónde los hechos del desarrollo del sexo y sus emociones pueden ser uniformes y constantes.
Delimitación del término "parafilias"
Denominación proveniente de la Sexología.
La Sexología es una ciencia proveniente del siglo XIX.
Presupone el estudio de los seres humanos como individuos sexuados, en su carácter de varones, mujeres o ambiguos. Incluye sus sentimientos, en cuanto a sentirse varones, mujeres o ambiguos (identidad de género), y sus conductas, sentimientos, fantasías derivadas de su ser sexuados. También estudia las dificultades en sus actividades sexuales y la resolución de los problemas sexuales.
También la Sexología se ocupa de las diversas formas en que podemos ser sexuales. Es decir, de las variantes de la conducta sexual. Cuando esa conducta sexual varía, con referencia a una presunta norma, según una cantidad de condiciones que pasaré a considerar, hablamos de "parafilia".
Condiciones de la parafilia
Se llama "parafilia" a lo que en la ley se denomina "perversiones". Algunos psicoanalistas y psiquiatras aún la denominan así.
En Sexología se evita estigmatizar imponiendo sobre tópicos tan controvertidos como la sexualidad humana un etiquetaje discriminatorio.
"Parafilia" proviene del griego "para" = junto a; "filein" = amar.
La etimología alude a un amor paralelo a la forma convencional. En efecto: el sexo convencional es heterosexual, coital, con finalidad declarada procreativa y en general con el hombre en posición del misionero (encima de la mujer).
Es de imaginar que una actividad constreñida así no se corresponde con la intimidad sexual de las parejas actuales, según lo demostró, ya en 1948, el pionero sexólogo americano Alfred Kinsey en su encuesta a miles de norteamericanos.
Formas de estimulación diversas, y no sólo en el fore-play (o inicio de la relación sexual), sino como finalidad en sí misma, representan un porcentaje nada desdeñable de la conducta sexual de la población que nos consulta.
El DSM-IV las caracteriza por consistir en impulsos sexuales intensos y recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o situaciones poco habituales.
Suelen crear alteraciones desfavorables en la vida familiar, laboral y social del individuo por su carácter de compulsivas. John Money, estudioso neozelandés del tema de las parafilias en nuestro siglo, consigna cerca de cuarenta. Las más difundidas por los medios, a raíz de que pueden suponer ofensas sexuales son: la paidofilia, el exhibicionismo, el frotteurismo, el sadismo sexual, el voyeurismo, el fetichismo.
Las parafilias incluyen algunas de estas posibilidades:
- Objetos humanos;
- Infligir sufrimiento o humillación a sí mismo o a la pareja;
- Involucrar a prepúberes o personas que se resisten a la propuesta sexual.
Estas fantasías o estímulos específicos son requisito indispensable para que el individuo parafílico logre excitarse y llegue al orgasmo.
A veces, con su pareja, emplea su imaginería erótica para poder funcionar sexualmente. En ocasiones, logra la complicidad de su acompañante quien, por ejemplo, juega a trasvestirse o trasvestirlo para que pueda desarrollarse la actividad sexual habitual.
En vivo o en diferido, las imágenes parafílicas acompañan al individuo, quien puede tener un mayor o menor control de su conducta sexual, según las características de su yo fuerte o débil.
En tal caso, su parafilia será:
- leve, ocasionalmente expresada;
- moderada, implica mayor manifestación conductal;
- severa, si lo lleva a niveles de compulsión.
Esta compulsión a veces implica que el individuo parafílico comete actos delictivos, cuando su parafilia es asocial.
Así, el exhibicionista mostrará sus genitales a la gente por sorpresa; el necrofílico violará cadáveres. El paidofílico espiará, toqueteará o abusará de los niños o les hablará sobre la sexualidad en términos inconvenientes para su edad. O les pedirá que le muestren los genitales. El sádico sexual producirá deliberadamente dolor a su víctima y en ello residirá su placer. Estas conductas lo suelen llevar a la cárcel y a condenas que no modifican su próxima crisis parafílica.
Cuando hay un claro descontrol de la conducta, muchos individuos presentan un malestar anticipatorio que algunos autores comparan con los prodromos de las epilepsias temporales.
La persona afectada teme su salida parafílica porque cree no manejarla.
En el trabajo interdisciplinario, la medicación con un antiandrógeno, en caso de parafilias asociales, permite, junto con las terapias sexuales, tranquilizar al victimario que suele sentirse víctima de su propia compulsión.
Esta despersonalización ocasional es referida por algunos consultantes que aluden a su conducta compulsiva con frases como la siguiente: "No soy yo quien va a espiar a los baños. Son mis pies los que me llevan".
Para que una conducta sea considerada parafílica debe haber tenido sus antecedentes tempranos en la biografía del sujeto. La niñez y la pubertad, en las historias sexuales levantadas a sus protagonistas, revelan tempranos estímulos visuales, auditivos o táctiles que por razones variadas adquirieron un particular significado para cada individuo.
Las explicaciones de por qué predominan las parafilias en los varones y es escasa su aparición en las mujeres, tienen que ver con la teoría del predominio de la erotización visual en el hombre a diferencia de la erotización táctil en la mujer, atribuible a la posición prenatal en el período de determinación del dimorfismo sexual cerebral.
Implica predisposiciones que la vida postnatal desarrollará en el período crucial de los 18 meses. Allí natura y nurtura enlazarán, con el comienzo de la adquisición del lenguaje y la construcción del esquema corporal, las sensaciones que componen un universo imaginario erótico: los mapas del amor o "Lovemaps", como lo denomina el creador de este concepto, John Money.
En el mapa del amor figura la imagen del amado, sus características arquetípicas, la escena sexual excitante imprescindible para despertar el deseo, encender la excitación y culminar con el orgasmo.
El mapa del amor está en la mente y en el cerebro. De allí que tras su formación entre los 5 y los 8 años de edad del individuo, sea resistente al cambio.
Es como un idioma nativo que persistirá a lo largo de la vida, cualquiera sea la pareja que nos acompañe. Su vandalización a temprana edad, es decir, la interferencia en los juegos sexuales infantiles con los que se lleva a la acción el mapa del amor, origina las parafilias.
Por desplazamiento, distorsiones u omisiones de las conductas sexuales deseadas, una acción erótica se transforma en una desviación sexual. La vandalización causante de la parafilia se produce por:
- Abuso sexual infantil;
- Prohibición cruel y reiterada de las manifestaciones sexuales de los niños (juegos de ensayo eroto-sexual, curiosidad infantil en torno de temas sexuales).
La clínica de las parafilias reúne técnicas diversas. Las terapias sexuales incluyen información a los pacientes sobre los conocimientos actuales sobre el tema de consulta, medicación cuando el grado de ansiedad no les permite la relación terapéutica, un fuerte vínculo con los terapeutas quienes deben manejar técnicas diversas: dramatizaciones, Gestalt, genogramas familiares, entrevistas de otros significativos (parientes, amigos) dispuestos a ayudarlo. Y, sobre todo, los profesionales de la salud deberían carecer, en la mayor medida posible, de un criterio de valoración discriminatorio sobre la persona que los consulta.
Comprender las parafilias presupone develar por qué somos los humanos tan variables en nuestras gratificaciones sexuales, cómo adquirimos y seleccionamos el estímulo que nos procura placer y qué proceso validó que uno (o unos pocos) prevalecieran por sobre los demás.
Si ese estímulo sexual no es convencional, si se impone en automático, si provoca malestar al individuo y es de larga data, hablamos de parafilias.
Bibliografía
1. Edward Blecher, Investigadores del sexo, México, Grijalbo, 1973.
2. Hugo Bleichmar, Introducción al estudio de las perversiones, Buenos Aires, Helguero, 1976.
3. Otto Fenichel, Teoría psiconoalítica de las neurosis, Buenos Aires, Paidós, 1966.
4. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976.
5. A. Kinsey, W. Pomeroy, C. Martin, P. Gebhard, Conducta sexual de la mujer, Buenos Aires, Médico Quirúrgica, 1954.
6. R. Kolodny, W. Masters, V. Johnson, Tratado de Medicina Sexual, Barcelona, Salvat, 1983.
7. Luigi de Marchi, Sexo y civilización, Buenos Aires, Helios, 1961.
8. John Money, Love and Lovesickness, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1981.
9. John Money, Lovemaps, Nueva York, Irvinton Publishes, 1986.
10. John Money, "Pediatría, sexología y salud sexual en la infancia", ponencia al XI Congreso Mundial de Río de Janeiro, Brasil, 1-5 de junio de 1993.
11. L. Sirlin, Diccionario sexológico, Buenos Aires, Caymi, 1973.
El empleo del término "parafilias" para reemplazar el concepto de "perversiones" es un hallazgo de la sexología del siglo XX. No se trata meramente de una nueva denominación diagnóstica.
Presupone un enfoque humanístico científico que integra desde los descubrimientos del funcionamiento cerebral, según quiere la neurociencia, hasta las maniobras sistémicas de los terapeutas que tratamos la conducta sexual humana.
Conocer las variantes del erotismo en sus diversas formas de estimulación y su expresión comportamental acrecienta el conocimiento de la sexualidad llamada "normal".
Solemos emplear criterios estadísticos o ideológicos para clasificar las formas del deseo, la excitación y el orgasmo humano. Havelock Ellis, el eminente médico inglés, se refiere a las alternativas o variantes sexuales cuando expresa: "Todo el mundo no es como usted, ni como sus amigos y vecinos. Incluso sus amigos y vecinos puede que no sean tan semejantes a usted como usted supone". Comprender las parafilias implica saber hasta dónde los hechos del desarrollo del sexo y sus emociones pueden ser uniformes y constantes.
Delimitación del término "parafilias"
Denominación proveniente de la Sexología.
La Sexología es una ciencia proveniente del siglo XIX.
Presupone el estudio de los seres humanos como individuos sexuados, en su carácter de varones, mujeres o ambiguos. Incluye sus sentimientos, en cuanto a sentirse varones, mujeres o ambiguos (identidad de género), y sus conductas, sentimientos, fantasías derivadas de su ser sexuados. También estudia las dificultades en sus actividades sexuales y la resolución de los problemas sexuales.
También la Sexología se ocupa de las diversas formas en que podemos ser sexuales. Es decir, de las variantes de la conducta sexual. Cuando esa conducta sexual varía, con referencia a una presunta norma, según una cantidad de condiciones que pasaré a considerar, hablamos de "parafilia".
Condiciones de la parafilia
Se llama "parafilia" a lo que en la ley se denomina "perversiones". Algunos psicoanalistas y psiquiatras aún la denominan así.
En Sexología se evita estigmatizar imponiendo sobre tópicos tan controvertidos como la sexualidad humana un etiquetaje discriminatorio.
"Parafilia" proviene del griego "para" = junto a; "filein" = amar.
La etimología alude a un amor paralelo a la forma convencional. En efecto: el sexo convencional es heterosexual, coital, con finalidad declarada procreativa y en general con el hombre en posición del misionero (encima de la mujer).
Es de imaginar que una actividad constreñida así no se corresponde con la intimidad sexual de las parejas actuales, según lo demostró, ya en 1948, el pionero sexólogo americano Alfred Kinsey en su encuesta a miles de norteamericanos.
Formas de estimulación diversas, y no sólo en el fore-play (o inicio de la relación sexual), sino como finalidad en sí misma, representan un porcentaje nada desdeñable de la conducta sexual de la población que nos consulta.
El DSM-IV las caracteriza por consistir en impulsos sexuales intensos y recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o situaciones poco habituales.
Suelen crear alteraciones desfavorables en la vida familiar, laboral y social del individuo por su carácter de compulsivas. John Money, estudioso neozelandés del tema de las parafilias en nuestro siglo, consigna cerca de cuarenta. Las más difundidas por los medios, a raíz de que pueden suponer ofensas sexuales son: la paidofilia, el exhibicionismo, el frotteurismo, el sadismo sexual, el voyeurismo, el fetichismo.
Las parafilias incluyen algunas de estas posibilidades:
- Objetos humanos;
- Infligir sufrimiento o humillación a sí mismo o a la pareja;
- Involucrar a prepúberes o personas que se resisten a la propuesta sexual.
Estas fantasías o estímulos específicos son requisito indispensable para que el individuo parafílico logre excitarse y llegue al orgasmo.
A veces, con su pareja, emplea su imaginería erótica para poder funcionar sexualmente. En ocasiones, logra la complicidad de su acompañante quien, por ejemplo, juega a trasvestirse o trasvestirlo para que pueda desarrollarse la actividad sexual habitual.
En vivo o en diferido, las imágenes parafílicas acompañan al individuo, quien puede tener un mayor o menor control de su conducta sexual, según las características de su yo fuerte o débil.
En tal caso, su parafilia será:
- leve, ocasionalmente expresada;
- moderada, implica mayor manifestación conductal;
- severa, si lo lleva a niveles de compulsión.
Esta compulsión a veces implica que el individuo parafílico comete actos delictivos, cuando su parafilia es asocial.
Así, el exhibicionista mostrará sus genitales a la gente por sorpresa; el necrofílico violará cadáveres. El paidofílico espiará, toqueteará o abusará de los niños o les hablará sobre la sexualidad en términos inconvenientes para su edad. O les pedirá que le muestren los genitales. El sádico sexual producirá deliberadamente dolor a su víctima y en ello residirá su placer. Estas conductas lo suelen llevar a la cárcel y a condenas que no modifican su próxima crisis parafílica.
Cuando hay un claro descontrol de la conducta, muchos individuos presentan un malestar anticipatorio que algunos autores comparan con los prodromos de las epilepsias temporales.
La persona afectada teme su salida parafílica porque cree no manejarla.
En el trabajo interdisciplinario, la medicación con un antiandrógeno, en caso de parafilias asociales, permite, junto con las terapias sexuales, tranquilizar al victimario que suele sentirse víctima de su propia compulsión.
Esta despersonalización ocasional es referida por algunos consultantes que aluden a su conducta compulsiva con frases como la siguiente: "No soy yo quien va a espiar a los baños. Son mis pies los que me llevan".
Para que una conducta sea considerada parafílica debe haber tenido sus antecedentes tempranos en la biografía del sujeto. La niñez y la pubertad, en las historias sexuales levantadas a sus protagonistas, revelan tempranos estímulos visuales, auditivos o táctiles que por razones variadas adquirieron un particular significado para cada individuo.
Las explicaciones de por qué predominan las parafilias en los varones y es escasa su aparición en las mujeres, tienen que ver con la teoría del predominio de la erotización visual en el hombre a diferencia de la erotización táctil en la mujer, atribuible a la posición prenatal en el período de determinación del dimorfismo sexual cerebral.
Implica predisposiciones que la vida postnatal desarrollará en el período crucial de los 18 meses. Allí natura y nurtura enlazarán, con el comienzo de la adquisición del lenguaje y la construcción del esquema corporal, las sensaciones que componen un universo imaginario erótico: los mapas del amor o "Lovemaps", como lo denomina el creador de este concepto, John Money.
En el mapa del amor figura la imagen del amado, sus características arquetípicas, la escena sexual excitante imprescindible para despertar el deseo, encender la excitación y culminar con el orgasmo.
El mapa del amor está en la mente y en el cerebro. De allí que tras su formación entre los 5 y los 8 años de edad del individuo, sea resistente al cambio.
Es como un idioma nativo que persistirá a lo largo de la vida, cualquiera sea la pareja que nos acompañe. Su vandalización a temprana edad, es decir, la interferencia en los juegos sexuales infantiles con los que se lleva a la acción el mapa del amor, origina las parafilias.
Por desplazamiento, distorsiones u omisiones de las conductas sexuales deseadas, una acción erótica se transforma en una desviación sexual. La vandalización causante de la parafilia se produce por:
- Abuso sexual infantil;
- Prohibición cruel y reiterada de las manifestaciones sexuales de los niños (juegos de ensayo eroto-sexual, curiosidad infantil en torno de temas sexuales).
La clínica de las parafilias reúne técnicas diversas. Las terapias sexuales incluyen información a los pacientes sobre los conocimientos actuales sobre el tema de consulta, medicación cuando el grado de ansiedad no les permite la relación terapéutica, un fuerte vínculo con los terapeutas quienes deben manejar técnicas diversas: dramatizaciones, Gestalt, genogramas familiares, entrevistas de otros significativos (parientes, amigos) dispuestos a ayudarlo. Y, sobre todo, los profesionales de la salud deberían carecer, en la mayor medida posible, de un criterio de valoración discriminatorio sobre la persona que los consulta.
Comprender las parafilias presupone develar por qué somos los humanos tan variables en nuestras gratificaciones sexuales, cómo adquirimos y seleccionamos el estímulo que nos procura placer y qué proceso validó que uno (o unos pocos) prevalecieran por sobre los demás.
Si ese estímulo sexual no es convencional, si se impone en automático, si provoca malestar al individuo y es de larga data, hablamos de parafilias.
Bibliografía
1. Edward Blecher, Investigadores del sexo, México, Grijalbo, 1973.
2. Hugo Bleichmar, Introducción al estudio de las perversiones, Buenos Aires, Helguero, 1976.
3. Otto Fenichel, Teoría psiconoalítica de las neurosis, Buenos Aires, Paidós, 1966.
4. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976.
5. A. Kinsey, W. Pomeroy, C. Martin, P. Gebhard, Conducta sexual de la mujer, Buenos Aires, Médico Quirúrgica, 1954.
6. R. Kolodny, W. Masters, V. Johnson, Tratado de Medicina Sexual, Barcelona, Salvat, 1983.
7. Luigi de Marchi, Sexo y civilización, Buenos Aires, Helios, 1961.
8. John Money, Love and Lovesickness, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1981.
9. John Money, Lovemaps, Nueva York, Irvinton Publishes, 1986.
10. John Money, "Pediatría, sexología y salud sexual en la infancia", ponencia al XI Congreso Mundial de Río de Janeiro, Brasil, 1-5 de junio de 1993.
11. L. Sirlin, Diccionario sexológico, Buenos Aires, Caymi, 1973.
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