"Regresar a casa fue todo distinto, los chicos estaban muy tristes y entonces
volvieron a correr y reír", dijo ayer el médico Jorge Alberto Rodríguez Kissner,
desde su casa, donde se recupera del trasplante de corazón realizado en la
Fundación Favaloro, el 6 de enero último.
El médico neonatólogo de 47 años, quien se desempeñaba en el hospital Evita Pueblo de Berazategui, dijo que "el 16 de diciembre sentí súbitamente palpitaciones y náuseas". Los primeros estudios descartaron una enfermedad coronaria, pero lo suyo terminó siendo una miocarditis viral aguda fulminante que lo ponía en peligro de muerte.
"Tenía un problema de arritmia severa, con deficiencia cardíaca y refractaria a todo tratamiento médico. Entonces se estudió la posibilidad de un trasplante cardíaco. Por mi obra social, Ioma, tenia la posibilidad de hacerlos a la Fundación Favaloro, pero no había donantes", recordó. "Entré en lista de espera de emergencia para trasplantes y me pusieron en una máquina con un corazón externo. Me mantuvieron con vida durante 14 días, hasta que por Incucai apareció un donante y fui trasplantado. Hubo altibajos y algunas complicaciones serias en mi salud, pero sobreviví", dijo. Superó una falla primaria del implante (se creyó que el corazón no se había adecuado a su organismo), pero luego se fue estabilizando hasta reponerse completamente.
El caso de Rodríguez Kissner tuvo una amplísima repercusión por la consideración que su labor como médico logró en el hospital Evita Pueblo y en otros centros de salud. Creyente de la ciencia "Soy creyente en la ciencia y en la donación de órganos; ya a los 23 años me había inscripto como voluntario para donar mis órganos al Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), pero no pensaba que alguna vez requeriría un trasplante", dijo el médico luego de atravesar las instancias más preocupantes de su intervención cardíaca. En ese marco, expresó su convencimiento de que "se necesitan campañas permanentes por la donación". Rodríguez Kissner está internado en su casa con rehabilitación motora y psicológica desde el 28 de febrero último.
Dijo que ahora, sus hijos de 5, 7 y 10 años, así como su esposa, son sus mejores terapeutas. Debe seguir tomando inmunosupresores.
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