viernes, 18 de diciembre de 2009

¿Estimulación temprana, precoz o adecuada?

La terminología es una problemática inicial, la cual está estrechamente relacionada con el enfoque conceptual de la propia estimulación, y de la proyección de lo que debe ser, abarcar o concluir, un programa de estimulación temprana. Así, se habla de estimulación precoz, de estimulación temprana, de estimulación adecuada, de estimulación oportuna. Pero también se menciona el término de educación temprana y de educación inicial, en estrecha relación con los anteriores.
El término de estimulación precoz ha sido fuertemente criticado, y va siendo cada vez menos utilizado para los programas de estimulación. Decir que algo es "precoz" implica que esta precocidad es una propiedad inherente de la estimulación, e igualmente en que existen momentos adecuados para la estimulación (lo cual es algo aceptado científicamente) y otros en que esa estimulación no es apropiada (lo cual en cierta medida también s valedero). Pero, cualquiera que sea la respuesta a si lo es o no lo es, lo que está claro es que cuando se plantea una estimulación precoz, se está aceptando que ello implica adelantarse al momento en que la estimulación es apropiada. Que no es lo mismo que la estimulación se imparta previo a la manifestación plena del desarrollo, cuando se incide sobre la zona de desarrollo potencial de niño o niña.
Lo que importa es la oportunidad en la que esta estimulación se imparta.
Los neoconductistas principalmente, hablan de estimulación oportuna, o adecuada, aunque semánticamente no significan lo mismo. Por estimulación oportuna entienden no el tiempo absoluto en que una estimulación se imparta, sino un tiempo relativo que implica no solamente considerar al niño sujeto de la estimulación, sino también al que promueve o estimula el desarrollo, el adulto, como las condiciones bajo las cuales el desarrollo que se promueve es funcional desde el punto de vista social.
Este concepto conductista, que es amplio y sobre el que volveremos después, se ha limitado en el definir terminológico a la "oportunidad" de la estimulación, es decir, considerar no solo el momento en que esta se aplique, sino que sea "adecuada", no considerando realmente lo que implicaba el término para aquellos que lo acuñaron, los neoconductistas. De ahí que a veces se hable de estimulación adecuada, para indicar el momento y la oportunidad.
Cuando se utiliza el término educación temprana en gran medida es referido a los niños con necesidades educativas especiales.
Se concebía que la educación preescolar fuera fundamental a partir de los cuatro años.
El acelerado desarrollo de la ciencia psicológica, los avances en el campo biológico y neurológico, fueron demostrando que los primeros años de la vida eran fundamentales para el desarrollo humano, y que empezar a los cuatro años era ya muy tarde.
El período sensitivo del lenguaje, o el de la percepción, o el de la función simbólica de la conciencia, por nombrar algunos, comienzan mucho antes de la edad preescolar. La necesidad de proporcionar una estimulación propicia en el momento oportuno, condujo inexorablemente a la consideración de impartir esta estimulación desde los momentos más tempranos de la vida, surgiendo así el concepto de estimulación temprana del desarrollo.
La idea de organizar un sistema de influencias educativas para la activación del desarrollo desde el mismo nacimiento fue paulatinamente concientizándose. En sus primeros momentos se valoró como algo a realizar con aquellos niños y niñas que, por diversas situaciones, no tenían posibilidades de recibir una estimulación adecuada en su medio circundante, y que estaban en situación de desventaja respecto a aquellos otros que, por tener un medio familiar apropiado o condiciones de vida y educación satisfactorias, tenían garantizadas, hasta cierto límite y en relación con el nivel de conocimiento científico, logrado hasta el momento, las posibilidades de una estimulación en los momentos iniciales de la vida.
El término “estimulación temprana” aparece reflejado en sus inicios básicamente en el documento de la Declaración de los Derechos del Niño, en 1959, enfocado como una forma especializada de atención a los niños y niñas que nacen en condiciones de alto riesgo biológico y social, y en el que se privilegia a aquellos que provienen de familias marginales, carenciadas o necesitadas. Es decir, como una forma de estimulación a los niños y niñas discapacitados, disminuidos o minusválidos.
Por condición de alto riesgo, o de niños en riesgo, se entiende a aquellos que estuvieran en condiciones deficitarias de índole biológica, como las alteraciones que involucran funciones del sistema nervioso central, entre ellos los infantes prematuros y postmaduros; los menores con lesión directa en este sistema, tales como daños encefálicos, las disfunciones cerebrales y los daños sensoriales; los que tuvieran alteraciones genéticas, como los Síndromes de Down, las cardiopatías, las leucosis; y finalmente, los niños y niñas con trastornos de inadaptación precoz, bien fueran menores perturbados emocionalmente por fallo de las relaciones familiares y ambientales, o por las limitaciones en la comunicación, los casos de hospitalismo, los autistas, los psicóticos.
Cuando se comienza a valorar la estimulación en las primeras edades para todos los niños y niñas, se inician las confusiones semánticas y terminológicas, que conducen inexorablemente a una diatriba sobre la utilidad, el enfoque y el alcance del concepto de estimulación temprana..
Obviamente la atención a los niños y niñas con déficit biológicos o psicoambientales constituye un deber y una necesidad, además de un derecho, de estos menores, de la sociedad hacia estos niños y niñas, por las implicaciones que tales déficit y carencias tienen para su desarrollo, y de cómo esto puede ser remediado, al menos paliado, con la intervención temprana y una estimulación adecuada que propicie el desarrollo.
La investigación de referencia de la Carnegie Corporation señala las consecuencias trascendentales que tienen las situaciones de alto riesgo o desventajosas para los niños, y de cómo estas pueden ser evitadas por medio de una intervención temprana. Datos de esta investigación revelan que menores considerados en la categoría de alto riesgo y que tuvieron la posibilidad de asistir a programas educativos durante los primeros seis meses de edad, redujeron el riesgo de retraso mental hasta un 80%, y que a la edad de tres años estos niños y niñas mostraban coeficientes e inteligencia superiores en un 15 o 20 puntos comparados con otros, también evaluados en situación de alto riesgo, y que no habían tenido la oportunidad de asistir a estos programas. El seguimiento de estos casos comprobó que a los doce años funcionaban todavía a un nivel superior de inteligencia, lo cual era aun más significativo al alcanzar los quince años de edad.
Los datos sugieren que los programas de estimulación temprana no solamente resuelven el déficit o carencia en el momento, sino que pueden tener efectos educativos de larga duración, lo cual está dado, por supuesto, por su aplicación en el momento oportuno, por realizarse en los períodos sensitivos del desarrollo.
La misma investigación revela que, no obstante, la estimulación propiciada algo más tardíamente, como sucede cuando el niño o niña tiene ya tres años, también logra mejorías en el desarrollo intelectual de estos niños, pero nunca llegan a alcanzar el nivel de logro de los que empezaron a una edad más temprana.
Si bien el hincapié está dado en los primeros tres años, esto no implica que una atención educativa de calidad en los primeros seis años de vida, no muestre a su vez consecuencias importantes para el desarrollo. En este sentido una investigación longitudinal, que durante casi treinta años realizó Schweinhart, en el seguimiento de 123 niños y niñas de bajos ingresos en su familia y condiciones sociales de riesgo, que evaluó el impacto de una enseñanza de buena calidad y un currículo activo a partir de los tres años y cuatro años de edad, incluidos en los programas de Head Start en Estados Unidos, demostró un mejor desempeño escolar en estos niños que en otros no asistentes al programa, y efectos positivos en el rendimiento educativo, las responsabilidades sociales, el mejoramiento económico de la propia familia, entre otros resultados. Esta investigación plantea, a manera de conclusión más general, que la inversión económica que se hace en programas de buena calidad y un currículo activo con niños menores en la edad preescolar, se traduce, a largo plazo en beneficios sociales, políticos y económicos para estos menores, su familia y la comunidad.
Los resultados de las experiencias e investigaciones de la intervención temprana en los niños y niñas de alto riesgo, influyó decididamente en el enfocar estos programas de estimulación, no solamente para esta población particular, sino para todos los niños y niñas, estuvieran o no en situación de riesgo o desventaja social. Es así como surgen los programas de estimulación temprana para todos los niños, que han de tener una multivariedad de enfoques, problemáticas y proyecciones.
La estimulación no puede reducirse a un simple problema de incrementar la acción en su variación e intensidad, frecuencia física y tipo de movimientos que el niño ha de ser capaz de hacer, sino que tiene que considerar la naturaleza interactiva de esos movimientos y de esta estimulación
Últimamente se escuchan muchos detractores de la estimulación temprana por ser excluyente, de la actualmente llamada inteligencia emocional cuando lo que realmente se tiene en cuenta en la
ESTIMULACIÓN ADECUADA es la motivación, Debe ser sinónimo de felicidad. El cerebro humano es tan dinámico que es muy fácil formar personas llenas de conocimientos o habilidades, pero sin motivación, ni pasión, o personas que al ser estimuladas incorrectamente no son lo que sus estimuladores quisieron que fueran (deportistas, músicos, etc.) sino por el contrario serán (anti-deportistas o anti-artistas) lo que realmente sería el producto de la también existente ESTIMULACIÓN IN-ADECUADA que origina los "sabelotodo" pero incapaces de crear, organizar y gestionar sin pasión, ni felicidad.
Hay que recordar que la estimulación temprana-adecuada se basa en proporcionar al infante un ambiente de armonía y una relación amorosa, a la velocidad, intensidad y ritmo propios de sus necesidades.

La ESTIMULACIÓN TEMPRANA/ADECUADA debe formar personas inteligentes, física e intelectualmente y tener como condición ineludible, la felicidad, crear pasión. Teniendo en cuenta que la INTELIGENCIA depende en un 50% de la estimulación y en un 50% de la manera como brindemos estos estímulos, así como NO ESTIMULAR ES UN GRAN ERROR, ESTIMULAR INCORRECTAMENTE PUEDE SER AÚN MÁS GRAVE.
En la historia de la humanidad existe un gran conflicto entre las profesionales que sostienen que la inteligencia la da el entorno excluyendo totalmente la genética, así como los que hablan de la genética excluyendo el entorno, y en ambos casos se apoyan en las mismas teorías (clonación, gemelos idénticos etc.)
A los que sostienen que es una condición de aptitudes innatas o genéticas les preguntaría ¿Porque la humanidad progresa si dependemos de los logros de nuestros antepasados? y venimos de la edad de la cavernas hasta la de la fibra óptica y los micro-chips con la misma genética adquiriendo nuevas habilidades (como la de manejar un computador) y eliminando otras (como montar a caballo) por las necesidades de el entorno actual, y a los que sostienen que solo depende del entorno les preguntaría ¿Como NO han logrado con súper-entornos que un chimpancé desarrolle habilidades medianamente parecidas a las de un ser humano? lo que nos llevaría a la inevitable conclusión que gracias a nuestra genética, (Un cerebro con corteza cerebral, que produce millones de neuronas, potencialmente capaces de conectarse que todos poseemos) y a las necesidades de nuestro entorno, alcanzamos a ser lo que somos en nuestra edad adulta.
Todos los niños al momento de nacer, tienen un cerebro, potencialmente muy capaz, ya que producen, millones de células nerviosas (neuronas), lamentablemente no les sirven para nada sin ninguna conexión entre ellas (sinapsis), por eso al nacer solamente tienen reflejos, es por eso que requerimos de la ESTIMULACIÓN Si no se posee este tipo de estimulación temprana o estimulación adecuada, los niños recibirán estímulos del entorno, los cuales pueden ser buenos, malos, etc. Pero si nosotros como docentes y profesionales nos preocupamos por darles una excelente ESTIMULACIÓN TEMPRANA O ESTIMULACIÓN ADECUADA, y además les enseñamos a los padres a realizarla, conociendo como y porque se forma la estructura del cerebro humano y cual es la manera mas correcta de brindarla, estaremos ayudando oportuna y adecuadamente en el desarrollo de bebes y niños, evitando de esta manera que posteriormente tengan problemas de aprendizaje, en lectura, matemáticas, desarrollo físico y emocional.
La inteligencia de un niño, depende de su estructura cerebral, que se forma gracias a los estímulos (en los primeros años de vida), y es la capacidad de recibir información del exterior, a través de los sentidos, primordialmente del oído, vista y tacto, y también de la capacidad y velocidad con la que se procesa una respuesta correcta a estos estímulos, por medio de las vías expresivas del cerebro: la movilidad, capacidad manual y lenguaje. Es por esto que solo puede ser medida después de los seis años con base en la experiencia, y no se podrá medir, con pruebas de C.I (Coeficiente Intelectual), sino en áreas especificas, dicho de otra manera una prueba de C.I puede medir que tanto sabe una persona de literatura inglesa, pero no podrá medir que tan inteligente es esa persona.
Es necesario tener en cuenta que nuestra herencia no nos determina lo que si lo hará es nuestro entorno. La genética nos determina como especie, pero dentro de nuestra especie todos somos según los estudios del genoma humano 99% idénticos, de la misma manera que todos los árboles de manzana pueden producir manzanas grandes y fuertes por su genética, pero dependen de su entorno para que así suceda (abono, terreno, cuidados, etc.)

La estimulación temprana – Prevención primaria-secundaria-terciaria

En la etapa de acuñación del concepto, éste se limitó a los niños en riesgo y así, se difunde el término de intervención temprana, que de algún modo señala el carácter clínico de la estimulación, más que su trasfondo educativo. Así, en la reunión de la CEPAL-UNICEF, celebrada en Santiago de Chile en 1981, se plantea a la intervención como acciones deliberadas e intencionales dirigidas hacia grupos específicos de población, identificados por sus condiciones de “riesgo”, con el fin de prevenir un problema específico, lo que lo ubica en la prevención primaria, tratarlo para evitar un daño potencial, o sea a nivel de prevención secundaria, o buscar la rehabilitación del individuo, lo que implica la prevención terciaria.
Cualquier programa de estimulación temprana científico debe considerar la acción sobre el componente sensoperceptual, cognoscitivo, afectivo y motor, y también lo sociomoral, lo estético, la formación de hábitos y organización de la conducta, los motivos, entre otros tantos aspectos, y que tienen su base originaria muchos de ellos en las etapas bien tempranas del desarrollo.

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