lunes, 13 de diciembre de 2010

Cada vez más varones sufren de trastornos alimentarios

De acuerdo con un relevamiento nacional de Aluba, el 37 por ciento de los encuestados padece de bulimia o anorexia, con un sensible incremento entre los hombres jóvenes.

El 9 por ciento de los adolescentes varones padece trastornos alimentarios como bulimia y anorexia, enfermedades cuya edad de inicio es cada vez más temprana, reportó ayer un informe de la Asociación de Lucha contra esas patologías, ALUBA.

El relevamiento, que contempló algo más de 100 mil casos de ambos sexos en todo el país, determinó que el 37 por ciento de la población encuestada padece anorexia o bulimia, cuando hace diez años el índice era del 26 por ciento.

A este dato, grave, debe considerarse un nuevo factor inquietante: la incidencia de los trastornos de alimentación está creciendo entre los varones, al precisar que aumentó casi 7 puntos en la última década, pasando del 2 al 9 por ciento.

El informe señaló, además, que estas enfermedades tienen cada vez mayor incidencia entre los más jóvenes. Y, para graficarlo, se informó que el 12 por ciento de las adolescentes sufre algún desorden en la alimentación, mientras que en 2000 –año del último estudio– esa cifra alcanzaba el 9 por ciento.

“Tenemos niños desde los seis años con cuadros completos”, advirtió Mabel Bello, presidenta de ALUBA.

Los expertos de la asociación identificaron que hay una mayor cantidad de casos, tanto en hombres como mujeres adolescentes: mientras que en 2000 los datos hablaban de un 12 por ciento con desórdenes alimenticios, en la actualidad esa cifra alcanza el 21 por ciento.
“Si bien las patologías tienen mayor incidencia en la adolescencia, detectamos que la edad de inicio es cada vez más temprana. El riesgo de esta situación es que la enfermedad se vuelva crónica pudiendo acompañar a la persona que la padece durante toda su vida”, alertaron.

En tanto, Verónica Chamorro, del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), coincidió en que la realidad de los trastornos alimentarios empezó a cambiar por “la publicidad y los modelos imperantes respecto a qué es o no bello y estético, y las estructuras familiares disociadas en las que tal vez hay un padre ausente o una mamá que está mucho tiempo fuera de casa”.

La nutricionista recordó, además, que “los trastornos alimentarios son la consecuencia nutricional de una cuestión que es mucho más compleja y que está íntimamente relacionada con lo psiquiátrico”.

En Bahía, todavía hay pocos casos
“Si bien tuve casos muy aislados acá en Bahía, en general, esas consultas por adolescentes varones con trastornos alimentarios se dan en pacientes de 15 años para arriba”, explica María Mercedes Arrieta, licenciada en Nutrición.

“Observo una creciente preocupación de los hombres por la alimentación, lo cual puede ser muy saludable. Pero, mal entendido, puede derivar en Vigorexia, una necesidad exagerada de verse bien, con un cuidado casi fanatizado por el cuerpo”, agrega.

Para la especialista, el problema es una consecuencia del signo de estos tiempos. “Hoy la figura del hombre está mucho más presente en la publicidad y los medios en general, ocasionando muchas veces una influencia negativa, ya que algunos sienten la necesidad de modificar la propia imagen para llegar a esos supuestos ideales”, observa.

Arrieta considera que los padres deben encender sus alarmas si perciben que sus hijos comienzan a evitar, con cualquier excusa, el sentarse a la mesa durante las comidas, si muestran un desmedido interés por las etiquetas de los productos, analizando calorías, o si leen demasiado material sobre nutrición.

Claro que si no observaron esos detalles a tiempo, siempre resta la posibilidad de analizar las primeras secuelas físicas, como la caída de cabello, la piel reseca, las uñas quebradizas y la pérdida de tonicidad muscular.

Ante cualquiera de estos síntomas, lo aconsejable es no limitar la consulta a un nutricionista, sino complementarla con terapia psicológica, ya que es un trastorno más grave de lo que se prevía hace años, y todavía hoy sus consecuencias no están completamente analizadas.

Por eso, la licenciada advierte: “Creo que la persona que sufre este trastorno una vez, debe quedar en observación por el resto de su vida. Si ya existe una tendencia demostrada, cualquier inestabilidad emocional, puede llevar a una recaída”.

Fuente: La Nueva.com

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