jueves, 20 de enero de 2011

Normalidad e inclusion social de las personas con discapacidad


Buenos Aires, 20 de enero (Télam, por Miguel Demársico).- Los términos incapacitado, anormal, deficiente y algunos otros similares todavía se utilizan para nombrar a una persona con discapacidad cuando se ha convenido, mundialmente, que lo correcto es priorizar la palabra `persona` anteponiéndola a cualquier otro adjetivo que ésta posea, incluida una discapacidad.

La manera más apropiada de mencionar a alguien con estas características es "persona con discapacidad" y en algunos países se está adaptando el término "persona en situación de discapacidad".

Recordemos que cuando hablamos de personas, mencionamos a ciudadanos sujetos de derecho y, en consecuencia, de derechos humanos incluyendo la plena integración social tal como fija la Convención de las Naciones Unidas, que permite que la problemática de las personas con discapacidad deje de ser una cuestión meramente medico-asistencial para pasar a ser un tema de derechos humanos.

En el libro "El modelo social de la discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad`, de la joven abogada argentina Agustina Palacios Rizzo, queda plasmado en detalle el concepto al que nos referimos.

Las dictaduras militares y algunos grupos con marcada tendencia excluyente de minorías han promovido el concepto de normalidad asociándolo a todo individuo que produce, ya sea bienes, servicios o fuerza de trabajo, especifica Palacios Rizzo.

Y agrega que, desde el punto de vista económico, fueron polarizadores de riqueza en una total coherencia con el concepto de priorizar y beneficiar al que más producía.

Es así que, tomando en cuenta que un importante porcentaje de personas con discapacidad no están en condiciones de producir bienes o servicios, ni de formar parte de la fuerza de trabajo. La invisibilización de aquellos "anormales" los excluía automáticamente como sujetos de derecho.

Es así que las personas con discapacidad en este tipo de sistemas -altamente excluyentes- terminan siendo demandantes de servicios, y no sólo no producen sino que son consideradas "generadoras de gastos", afirma esta abogada galardonada con el `II Premio CERMI-Obra Social Caja Madrid de Discapacidad y Derechos Humanos 2007-2008`, Convencionista en la ONU por España y actual Presidente de la Oficina Municipal contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo del partido bonaerense de General Pueyrredón.

"Lo anormal designa justamente el territorio, las zonas `invisibles`, `impensables` de la vida social, sin embargo, son zonas densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los sujetos (normales), pero cuya condición de vivir bajo la esfera del signo de la "exclusión" es necesaria para circunscribir la esfera de los incluidos", asegura Palacios Rizzo.

La ideología que beneficia solo a los individuos pertenecientes a aquellos grupos denominados normales -como eje de políticas de Estado a lo largo de la historia- han sido usinas generadoras de exclusión social sistemática, sobre todo tomando en cuenta a todos los miles de ciudadanos que no pueden acceder a un empleo por tener una discapacidad limitante, ya sea mental, motora o de otra índole.

Lo paradójico de estos modelos de exclusión de minorías es que no toman en cuenta que entre las funciones del Estado podemos nombrar la redistribución equitativa de la riqueza y la contención con políticas públicas concretas de apoyo a aquellos grupos que, por determinadas características, tienen menos posibilidades de desarrollo que el resto.

Los conceptos de normalidad y anormalidad asociados al apoyo o falta de apoyo del Estado tienen relación directa con aquellos conceptos de cambio de valores de la cultura o transculturación a los que habitualmente nos referimos.

Como todo proceso cultural necesita un de tiempo de instalación y también es inevitable el tiempo necesario de reversión, paulatinamente se está regresando a los valores reales de nuestra cultura.

La promoción de la insolidaridad, el individualismo, el éxito fácil, la frivolidad, el logro de objetivos sin importar los medios, la exaltación de la xenofobia, el racismo, la discriminación y la subestimación, la invisibilización y el abandono de los más débiles van dando paso a un cambio que podemos observar en nuestro país y en varios países de Latinoamérica.

Nuevas generaciones se van formando con una visión distinta, de una realidad más inclusiva, solidaria y de conjunto, donde "todos" formamos parte de una sociedad en la que las personas con discapacidad, los extranjeros, los homosexuales, nuestros hermanos originarios y cualquier otro ciudadano con cualquier característica, pensamiento o ideología tienen los mismos derechos que los demás y somos tan "normales" como los que producen más, menos,o no tienen posibilidades de hacerlo. (Télam).- md-gel 20/01/2011 13:51

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