domingo, 10 de enero de 2010

“Se requiere una estrategia para tomar conciencia de que el cáncer es curable”

La doctora Berta Roth es directora general del Instituto de Oncología Angel H. Roffo, perteneciente a la Universidad de Buenos Aires, la entidad sanitaria más reconocida en el país en diagnóstico y tratamiento del cáncer. Ella es también experta en proyectos de la Organización Internacional de Energía Atómica, (OIEA). Es autora de casi un centenar de publicaciones científicas (entre ellas 9 libros en los que es coautora) y ha participado en más de trescientos congresos de su especialidad. Integra 17 sociedades científicas argentinas y extranjeras y es presidente de Grupo Latinoamericano de Curieterapia (GLAC). La labor académica y asistencial de Roth le ha permitido ganar una docena de premios que reconocen esa trayectoria. En la enseñanza se ha desempeñado como directora del Curso de Médicos Especialistas en Radioterapia y encargada docente del Curso de Pregrado en Radiología, ambas funciones cumplidas en el Roffo.



La directora general de la institución que es referente nacional en Oncología sostiene que el derecho a la salud reclama una fuerte voluntad política para extender en la población el conocimiento sobre la disponibilidad de diagnósticos y terapéuticas eficaces.

Usted está a cargo de la dirección del Instituto Roffo, centro de atención emblemático y referencia ineludible en la lucha contra el cáncer. La primera pregunta es, entonces, sobre la institución misma, sobre su tarea diaria, en lo posible sintetizando esa enorme labor en algunas cifras que nos den una idea del conjunto.

El Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”, que como es sabido funciona en la ciudad de Buenos Aires, en un predio amplio situado en el barrio de Agronomía, con diversos pabellones rodeados de jardines, pues fue concebido con la generosidad y la visión que luego le permitió convertirse en lo que es hoy, una organización líder en el tema. Es una institución que desde 1922 se encuentra abocada a la lucha contra el cáncer. Nació, incluso, con el lenguaje académico de entonces, como un centro “experimental”, y más tarde tomó el nombre de su fundador. Es un hospital que pertenece a la Universidad de Buenos Aires, y que brinda atención a pacientes que padecen esta enfermedad, pero al mismo tiempo es un centro de docencia e investigación científica, es decir que intenta totalizar las respuestas a la complejidad de la demanda .

¿Cuál es el marco conceptual donde ustedes, profesionales y personal del Roffo, se inspiran para definir las grandes líneas de su estrategia terapéutica y académica?

Situamos nuestra tarea, con la humildad del caso, dentro de la idea de que luchar contra el cáncer es parte de ejercer el derecho a la salud implícito en la Constitución Nacional, y ello concierne tanto a los pacientes como a quienes contribuimos con ellos en su esfuerzo por superar la enfermedad. Luego de muchos años de labor y reflexión, estamos convencidos que la lucha contra el cáncer requiere una voluntad política firme y sostenida que se plasme en actividades concretas destinadas a mejorar la situación actual por medio de un plan de movilización nacional estratégico para vencer la enfermedad y luchar por la vida.

¿El anunciado Instituto Nacional del Cáncer apunta en esa dirección? ¿Qué puede adelantarnos al respecto, especificando objetivos que quizás hoy están sobre sus espaldas y requieren otro desarrollo institucional para poder alcanzarlos?

El Instituto Nacional del Cáncer tendrá como objetivo generar políticas de salud considerando aspectos preventivos, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno, seguimiento y cuidados paliativos de la enfermedad, con distribución equitativa entre los ciudadanos de nuestra sociedad.

¿Cuál es nuestro estado sanitario en materia oncológica, considerando al país en conjunto?

En nuestro país mueren de cáncer aproximadamente 60 mil personas por año. Pero conviene ver un poco más en detalle a qué franja de la población golpea más: es la primera causa de muerte en mujeres de 30 a 65 años, lo cual ya establece toda una orientación sobre las prioridades. En varones, a esa edad, es la causa de una de cada cinco muertes. La Argentina debe corregir urgentemente la muerte evitable por cáncer que afecta a personas jóvenes como el cáncer de cuello uterino y pulmón, y los que afectan a personas de la edad media, como lo son el cáncer de mama, de colon, o de próstata.

Usted acaba de mencionar la expresión “evitable”, cuando se refiere a este tipo de cánceres. Le ruego que amplíe el concepto…

Podemos afirmar que el cáncer es una enfermedad evitable. Esto tiene que estar claro para la población. La disminución de la exposición a factores de riesgo y la promoción de una vida saludable puede disminuir la aparición de una gran cantidad de casos, por ejemplo del cáncer de pulmón, de la boca y de la piel. Además, el cáncer se puede curar. El diagnóstico temprano permite tratamientos curativos en una gran cantidad de casos. De hecho, si comparamos las cifras disponibles sobre las personas que enferman de cáncer cada año, que son cerca de 200 mil almas, con el número de decesos acontecidos por esta dolencia, vemos que los tratamientos son eficaces cuando se aplican a tiempo y en forma adecuada.

¿Esto vale para todos los casos?

La importancia del diagnóstico temprano, la terapéutica correcta y el seguimiento es clave para eso. En los casos en que el cáncer no se puede curar, que lamentablemente existen, con los tratamientos actuales se puede prolongar la vida y, en todo caso, siempre se puede aliviar el dolor y ayudar al grupo familiar a enfrentar esta situación con las mejores herramientas médicas y espirituales.

¿Con la experiencia adquirida aquí y en otras partes del mundo, cual sería la proporción de pacientes que pueden curarse plenamente?

Un tercio de la casos de cáncer podría prevenirse, otro tercio podría curarse si fuesen diagnosticados a tiempo y el tratamiento está disponible. El tercio restante puede beneficiarse con cuidados paliativos que le permitan sobrellevar su enfermedad del mejor modo posible.

El aspecto preventivo en consecuencia es clave. ¿Cuáles son las recomendaciones para la población en general?

Es importante tomar conciencia de que el cáncer no discrimina ni por edad ni por sexo o condición social. Todos estamos expuestos a él y en consecuencia todos tenemos derecho a saber cómo prevenir el riesgo. Conocer es la base para poder cuidarnos y proteger a nuestros seres más cercanos, porque ayuda a tomar conciencia de que muchos casos de cáncer pueden curarse. Nunca ha sido más cierto el dicho “prevenir es mejor que curar”.

¿Cuáles serían los componentes de una prevención eficaz?

La prevención se logra con educación, con información clara y oportuna, y con formación para hacer frente a la dolencia cuando ella se presenta. El objetivo es que todos los miembros de la comunidad argentina sepan cómo cuidarse y qué medidas tomar en la vida diaria. Conocer los factores de riesgo nos ayuda a evitarlos. Por lo pronto, saber que una alimentación rica en frutas y verduras, el deporte y tener una visión positiva de la vida aumentan la probabilidad de curarnos si nos toca enfrentar un cáncer. Nos ayuda a elegir. También ayuda, y mucho, saber que contamos con profesionales de la salud con vocación de servicio y sólida preparación para acudir a ellos y consultarlos, exponiéndoles nuestras preocupaciones al respecto. Una consulta oportuna puede ser el primer paso de un diagnóstico temprano y de una acción terapéutica exitosa.

¿La instalación de nuestro Centro de Diagnostico Nuclear en la vecindad del Instituto Roffo ha contribuido a este objetivo?

Ciertamente. Si bien el PET tiene otras aplicaciones no oncológicas, la mayor parte de los estudios se hacen desde esta especialidad. Es un instrumento muy valioso cuando el médico sospecha que puede haber un proceso tumoral pues la combinación de estudio metabólico (PET) con la tomografía computada permite precisiones en la localización del tejido sospechoso. Y es clave también en los estudios de seguimiento para saber si el tratamiento es el adecuado y está haciendo el efecto esperado. Creo que tendremos estadísticas que van a confirmar la utilidad de estos diagnósticos con radiofármacos, como ya existen en otras partes del mundo. El principal desafío es que los médicos conozcan el potencial de diagnóstico que ahora disponemos.

Hace muy poco, a mediados de diciembre, se realizó la primera maratón “Unidos contra el Cáncer”, a beneficio del Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”. ¿Qué conclusiones se obtuvieron de la iniciativa?

Ha sido muy útil en muchos sentidos y esperamos repetir el evento todos los años. Lo fundamental es la difusión, la toma de conciencia del conjunto de la población y en particular de la zona de la Capital donde se encuentra nuestro instituto. Es un acto comunitario de fe, un despliegue de esperanza en movimiento. Creo que tuvo y tendrá un efecto positivo, cada vez más amplio.

¿Dada su gravitación es factible para el Instituto de Oncología Ángel Roffo (UBA) contribuir a la atención oncológica en el resto del país, trascendiendo el área geográfica del Gran Buenos Aires?

Por supuesto resulta posible ya que la alta capacitación y experiencia de sus profesionales y técnicos posibilitan no solo la atención integral del cáncer sino la formación de recursos humanos del conjunto de las provincias argentinas.

Por último, respecto los pacientes, y recordando lo que dijo al principio de que todos estamos expuestos a ese riesgo ¿Cuál es su reflexión de síntesis, pensando en ellos y en sus familias?

Creemos firmemente que el paciente oncológico debe recibir el tratamiento en condiciones adecuadas, que le garanticen el mejor bienestar posible. Que el entorno ayude a fomentar la predisposición necesaria, tanto física como psicológica, para su recuperación. Y para lograrlo estamos dispuestos a ayudar no sólo con el tratamiento, que es el centro de la estrategia para superar la enfermedad, sino también creando el ambiente propicio para su aplicación más amigable y solícita
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