domingo, 17 de enero de 2010

Sólo el 5 por ciento de la población dona sangre

CADA AÑO, EN LA ARGENTINA, SE NECESITAN 750 MIL LITROS La Asociación Argentina de Hemoterapia advierte que nueve de cada diez personas necesitarán una transfusión en algún momento de su vida.



“La sangre tira”. Este podría haber sido el último pensamiento que tuvo el actor Facundo Arana el domingo pasado, segundos antes de arrojarse desde un helicóptero a las aguas de Mar del Plata con el fin de llamar la atención sobre un tema vital para miles de argentinos: la donación voluntaria de sangre. El evento solidario -que continuó con una exhibición de surf, a cargo de Arana y los hermanos Weinbaum, famosos por su programa MDQ- echó luz, de un modo original y convocante, sobre un tema grave y del que se sabe poco: hoy, menos del cinco por ciento de la población ofrece su sangre de forma espontánea. Y eso hace que, todos los años, cientos de miles de personas que deban apelar a las donaciones de familiares para poder salvar sus vidas.

“La gente vive gracias a la sangre -sintetiza el Doctor Fabián Romano, coordinador del Subcomité para la Promoción de la Donación de Sangre de la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunología-. Cuesta mucho concientizar a la gente de que la sangre no se fabrica, no se vende y no se compra, sino que se consigue porque se dona. Bastaría con que el 5 por ciento de la población cediera su sangre dos veces al año para que no tengamos problemas de stock. Pero hoy no llegamos ni a eso”.

Cualquier persona que tenga entre 18 y 65 años, esté sana y pese más de 50 kilos puede donar sangre una vez cada ocho semanas (también pueden los jóvenes de 16 años con autorización paterna, y los mayores de 65 con aval del médico). Pero en este momento la gente no dona ni siquiera una vez al año año.


Por este motivo, el 90 por ciento de la sangre que se consigue en la Argentina llega por el llamado sistema de reposición.


Esto significa que, si un paciente se va a transfundir, debe asegurar con la cooperación de familiares y amigos que se reponga las unidades (cada unidad equivale a 480 cm3 de fluido) que está consumiendo. “Buscamos que los donantes sean voluntarios, para sacarle la carga al familiar del paciente: bastante tienen ya con la enfermedad y la situación hospitalaria como para estar encima buscando sangre -explica Margarita Chudoba, coordinadora del Programa Sangre de Fundaleu-. Pero la gente se aferra a los mitos para no donar. En general, la mayor parte de la población necesita tener un familiar internado para entender la importancia de donar sangre”.

Cuánto, cómo, dónde. Nueve de cada diez personas necesitarán, en algún momento de su vida, sangre para sí o para algún allegado. A su vez, todos los años la Argentina necesita un millón y medio de unidades donadas (es decir, 750 mil litros de sangre) para que parte de su población siga con vida. Cada donación se hace por un mínimo de 480 cm3: una medida que, aclara el Doctor Romano, no empeora el estado de salud del donante. Ni tampoco lo mejora. “El punto es que donar sangre no hace nada en el organismo del donante. Ni bueno, ni malo. Pero sí opera favorablemente en el organismo de quien la recibe. Por eso, siempre pedimos a la gente que, si quiere dar una mano, nos extienda su brazo”.

La donación de sangre es -según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud- voluntaria, espontánea, altruista y no remunerada. Una vez que una persona decide ser donante, puede recurrir a infinidad de lugares. Los centros de salud (públicos o privados) tienen su propio banco (donde se procesa, recolecta, almacena y trasfunde sangre) y también hay homocentros donde se puede hacer un aporte. “El día que la gente empiece a tomar conciencia, las cosas van a cambiar. Por eso es importante la promoción en colegios secundarios y jardín de infantes -explica el Doctor Romano-. Nuestra esperanza es que las generaciones futuras no necesiten ver a una figura pública y solidaria saltando de un avión para tomar conciencia”.

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